PROCEDIMIENTOS PARA MULTIPLICAR
Las operaciones aritméticas básicas han tenido a lo largo de las historia diversos procedimientos de resolución dependiendo de la cultura que los desarrolló y no por ello los hacen ser ni mejores ni peores, sino tan solo diferentes.
·        Multiplicación con las manos
Los métodos de cálculo más antiguos conocidos se basan en la anatomía humana, esencialmente en el uso de las manos  y de los dedos. 
A continuación te presentamos un método, originario del norte de Francia que fue muy popular durante la edad media, para multiplicar con los dedos dos números entre 5 y 10. El método consiste en doblar o dejar levantados los dedos de las manos.
Con este método, no necesitaban memorizar la tabla de multiplicar completa del 5, del 6, del 7, del 8, del 9 y del 10. Tan solo se necesitaba memorizar la tabla completa del 1, del 2, del 3 y del 4, así como el cuadrado de 5. Por ejemplo, sabían de memoria cuál era el resultado de 4x7 (o 7x4), pero para calcular 9x8 (u 8x9) usaban los dedos.
Ejemplo:            8 x 9
   - Doblar (8-5) dedos de una mano y (9-5) dedos de la otra.
   - Dedos doblados en total: 7
     Dedos levantados: 2 en una mano y 1 en la otra.
   - Resultado: 7 x 10 + 2 x 1 = 72
 Otro Ejemplo:            7 x 6
    - Doblar (7-5) dedos de una mano y (6-5) dedos; de la otra.
    - Dedos doblados en total: 3
     Dedos levantados: 3 en una mano y 4 en la otra.
    - Resultado: 3 x 10 + 3 x 4 = 42
Explicación
Vamos a multiplicar 8x6. Cada dedo doblado representa una decena y cada dedo levantado una unidad. Lo hacían así: sumaban los dedos doblados (4 decenas) y multiplicaban los dedos levantados en cada mano (2x4=8 unidades). El resultado es la suma de ambas cantidades: 4 decenas más 8 unidades, es decir, 48.

FRASES PARA LA HISTORIA - 2º ESO B

“Al lado de la dificultad está la felicidad”
de Mahoma

CONCURSO "JÓVENES TALENTO DE RELATO CORTO" de Coca Cola

58ª edición CONCURSO JÓVENES TALENTOS DE RELATO CORTO
Desperté desorientada en medio de un frondoso bosque. Me sentía rara, y un profundo sentimiento de querer explorar el ambiente de mi alrededor se veía vencido por una extraña sensación de desasosiego y miedo a hacerlo. Al cabo de unos cinco minutos de lucha interna conmigo misma, decidí incorporarme para explorar el lugar tan extraño donde me encontraba.
Lo primero de lo que me di cuenta, fue de la desaparición del vacío interno por la depresión de la muerte de mi madre. Desde hacía cinco años, mi cuerpo se veía invadido por una sensación de vacío interno; y en ese momento la sensación era prácticamente nula.
Ese estado emocional era tan nuevo para mí, como el lugar donde estaba. Aprovechando la ausencia de mi tristeza, cambiada entonces por curiosidad, me levanté despacio, confundida, y comencé a caminar. Al lado del tronco de un árbol, se encontraba una cajita dorada, pequeña, con una llave colocada justo a su lado. Me agaché para coger la llave, y decidí abrir la caja para indagar en su interior.
Lo primero que encontré fue una extraña brújula. Abrí la tapa plateada del instrumento y descubrí que en ella se encontraban insertas cuatro direcciones, pero, por desgracia para mí, solo estaba descubierta una de ellas, pues las otras tres se encontraban cubiertas por unas extrañas telas, cada una de un color diferente.
Seguro que se trataba de una brújula extraña, diferente completamente a las demás; pues en vez de apuntar hacia la señal que había delante de mí, la cual colgada en el tronco del árbol llevaba escrito “Norte”, se había girado al revés y me señalaba a mí. Era la única inscripción de la brújula que era posible leer, y ponía la palabra “artículo”.
Por fortuna, la lengua no era uno de los pies de los que cojeaba, así que decidí averiguar la razón de la inscripción. Caminé recto, explorando la zona y encontré un laberinto. Me adentré en él y enseguida me topé con una enorme señal, en la que se distinguía la palabra “artículo”. Debajo de esa inscripción, se podía leer una frase que comenzaba con un artículo, “La tristeza”. La brújula me identificaba con la tristeza, y eso me hizo pensar. Después de un par de minutos, decidí darle la razón.
Muy a mi pesar, desde hacía cinco años, había experimentado una profunda depresión, causada por la muerte de mi madre. Cinco años de profunda tristeza.
La señal señalaba a la izquierda, a una puerta; y a la derecha se encontraba un camino que llevaría a otro lugar del laberinto. Por primera vez en mi vida, en esa encrucijada entre la tristeza o la alternativa, me había decantado por algo diferente a la tristeza o la amargura.
Tomé el camino de la derecha. Un viento huracanado se llevó consigo la solapa que se encontraba sobre las otras dos direcciones dejándolas al descubierto. En ambas direcciones se distinguían dos categorías gramaticales; en este caso preposición y conjunción. En la frase que estaba escrita debajo de la preposición, pude leer “En la tristeza”, (una frase comenzada, como era de esperar, con una preposición), y en la segunda, la cual comenzaba con una conjunción, ponía “O en tu vida, por fin”.
La brújula apuntaba de nuevo a mí, como si me quisiera decir que debía ser yo la que hiciera su trabajo, que de ser yo la que eligiera estar triste o vivir por fin mi vida. Ahí fue cuando entendí todo. Debía encontrarme a mí misma, debía encontrarme por fin después de tanto tiempo, liberarme de las ataduras de la tristeza y la amargura de retomar de nuevo el ritmo de mi vida.
Tras haber entendido lo que debía hacer, y haber aprendido la que sería la lección más importante de mi vida, me decidí a caminar hacia la dirección de la conjunción, y allí me encontré un pasillo, con una puerta al final del mismo.
En medio de la estancia, había una mesa redonda, con un cuaderno encima. Allí había un cuaderno que no podía abrirse porque tenía un candado. Entonces decidía mirar hacia la puerta. No sé por qué ni por qué no, pero en ese momento, una alegre risa se emitió por mi boca. Fue entonces cuando otro viento similar al de antes, arrancó la última solapa. Allí, como última categoría gramatical, se encontraba escrita la palabra verbo. En la frase, podía leerse “Sé feliz”. Esta vez la brújula señalaba a la puerta. Me decidí a abrirla, pero antes distinguí un cuelgallaves a su derecha, el cual sostenía la llave perteneciente al candado del cuaderno. Abrí el cuaderno, y en la primera página se podía leer: empieza ahora mismo a escribir de nuevo tu vida, como si partieras de un cuaderno en blanco.
Cogí impulso y empecé a correr, abrí la puerta y un destello deslumbrante aturdió mi sien. Me encontraba en mi cama, el sol brillaba y era sábado por la mañana. Había tenido un sueño, pero no un sueño cualquiera, sino el que había supuesto un antes y un después en mi nueva vida. La depresión y la tristeza habían desaparecido y por primera vez estaba alegre. Mi vida había cambiado, y ese sueño me había enseñado todo lo que tenía que saber para empezar una nueva vida, feliz.
La verdad es que:
GRACIAS A ESA BRÚJULA
ME ENCONTRÉ A MÍ MISMA.

MARÍA ORDUÑA - IES Vega del Pirón
(Este es el relato que presentó María Orduña al concurso de Coca Cola. Primera clasificada de Segovia y quinta de Castilla y León)